Los megalitos portugueses y las cuevas de enterramiento múltiple del país valenciano
Enrique Llobregat Conesa
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ENRIQUE A. LLOBREGAT
(Valencia)
Estudio de los megalitos portugueses por los
Leisner, y las cuevas de enterramiento
múltiple del país valenciano
El pasado año 1965, ha visto, con la aparición del tercer volumen de
la gran obra de los esposos Leisner sobre los sepulcros megaltticos del
occidente de la península ibérica ( 1). que complementa aquella primera
parte aparecida en los años cuarentas, que se ocupaba de los mismos en
el sur peninsular (2). y que ya mereció abundantes reseñas en su día, el
.Jcabamiento de un estudio trascendental en la bibliografía arqueológica
ibérica. Su importancia y su interés no ha lugar ponderarlos, toda vez
que cualquiera que se haya asomado ligeramente a aquellos densos volú·
menes, habrá podido comprobar la abundancia de datos y la cantidad de
documentación que proporcionan.
Es quizá precisamente porque el país valenciano no registra I.J preser>·
cía de sepulcros megallticos y representa un área con una facies muy
¡::articular dentro del gran complejo de tos enterramientos colectivos del
Calcolitíco peninsular, por lo que un análisis algo pormenonzado de estt'
estudto tiene un singular interés para el mejor conocimiento de esta eta
pa cu ltural, ya que nos permite hacer una serie de comparaciones con el
(1) G. & V. LBISNBR: "Die Mq¡alithgrllbcr der lbcritdlcn Halbinsd. Der W«ten".
Madridcr Foi'$Chun¡en, 1, 1, 19S6; 1, Z, 1959; 1, 3, Tcxt & 1, 3, Ta!
(2) G. & V. l.ElSN'ER: "Die Megalith¡riber der lberilchen Halbirud. Entcr TcU.
De: Südcn", R!Smbcb-Germ.mitdle Forschunacn, 17. BcrUn, 1943.
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espectro de la cultura material de las cuevas de enterramoento múltiple
que les son paralelas -;:ultural y cronológicamente- en el área valenciana. Veamos en primer lugar la estructura de la cultura •negalítica
de l occidente de la penlnsula según la obra de los Leisner, tal como nos
es presentada en este último tomo (debido tan sólo a Vera leis.,er, pues
su esposo falleció tiempo ha, como es sabido).
En primer lugar, distingue cuatro tipos de sepulcros, de los que, M
rogor, sólo dos puede decirse que sean megalíticos (3), los tholol y las
tumbas megalíticas propiamente dichas, que corresponden a los grupo'>
111 y IV. Los grupos 1 y 11 los constituyen las cuevas costeras, y las cua·
vas artificiales con cúpula perfor.Jda. Con ello encontramos ya un primer
punto de contacto, ya que las cuevas costeras responden ese:-tcialmente
al esquema de distribución interna y a la idea cúltica de las cuevas de
e:-tterramiento múltople valencianas. Parejas a ellas van las cuevas artífi ·
ciales, de las que se ha querodo señalar un caso en Valencia en las sin·
tesis que circulan (4), pero sin fundamento real, pues se trata de
una cueva natural como el resto de sus compañeras de este árec"l
Tras el comentario de estos cuatro tipos y el inventario de los yacimoentos que pertenecen a cada uno de ellos, comienza el aná lisis de lo;
materiales hallados. Con ellos los Leisner han formado cuatro pisos o
estratos teóricos, que agrupan las piezas en cuatro etapas cronológicas
sucesivas.
El primero de estos pisos (1 Stufe) tiene un espectro cultural consti
tuido por los siguoentes materiales: De piedra puloda, hay diversos in.;trumentos de minería, y las tumbas más viejas dan hachas cilíndricas y
azadas planas o azuelas. También hay gubias cilíndricas de filo cóncavo,
y hachas y cinceles de sección cuadrangular. En piedra tallada tenemo:;
trapecios, de tradición microUtica, con base cóncava o con mue~cas en la
base. Hay cuchillos, núcleos y puntas de flecha de cristal de roca tn
cuanto a los objetos de adorno, señalan la presencia de los m1~mos, h~
chos de dientes, o tambl~n de concha, con la que se fabricaron brazale~es, colgantes, botones y cuentas de collar. La cerámic.1 se clasifica sol<'mente como «cerámica neolítica»
(3) ,....unque si aeq>tamcl$ L'l su¡uc:ocla de Tanadcll ("En tomo 1 11 arqwtcctura megalítica: Algunos problemas previos", en ArquitectUra m
llan:doaa, 1.965. pi¡. 17), poclrlamos llamar uanquibm= 1 ble y 1 lOdo d complejo
de C:U<''U del lCVllnte peninrulu, desde Cataluila a Murci2, cultura mepJJtica, drspro\utt' d t&mino de $U IÍ81lificad6n ct.imoló¡pca y convenido en pura
(4) G. r-'JETO GALLO: "la c:ucva aníficial de La Loma de los Pcrcarinos, Alaua·
ns (Murci3)", Ampuriu, XXI Barcd0111, 1959. pig. 189.
B. BERDICHEWSKY SCHER: u Los cntettamicnros en CUCV1ll a.nitieúles del Bron·
ce 1 Bispinko", Bibliotcxa Praehiltorica Hispana, vol. Vl. Mladrid, 1964.
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MEGALITOS P01l'TUG11&S&S
3
El prototipo que presentan para el segundo estrato teórico (11 Stuf~).
Que con el tercero parecen ser el momento clásico de la cultura megalí
tica, es la cámara oeste del sepulcro de la Praia das Mac;ás, que:: dio ca
bczas de agujas de hueso, placas de pizarra con decoración puramente
geométrica, puntas de flecha de base triangular, cuentas discoidales di
minutas y hojas de si.l ex sin retoque.
En términos generales, los materiales de este periodo son .:abezas de
agujas torneadas, de hueso; cuentas discoidales diminutas; puntas de lle
cha de base triangular o apuntada, alabardas; puñales con muescas y
lengüeta, hojas sin retoque; ídolos planos de hueso, y placas de p1zarr¡¡
con decoración puramente geométrica, con representaciones del dobiP
si"Tibolo (el par de ojos, o pechos), con la cabeza recortada, o cayados
El tercer piso (111 Stufe) es mucho más rico y complicado en canti
estudia separadamente, y la reseñaré después. De los demás materiales
! e distinguen varios grupos. el de los objetos de caliza e ídolos, en el
que señala la presencia d') cilindros, decorados o sin decorar, que apa
recen en los tholoi, en las cuevas artificiales, en los sepulcros megalltl c;os, en las cuevas naturales y en los castros. Junto a ellos están los semicilíndricos, decorados o s1n decorar; las manos de mortero; las placas d (!
piedra y los grandes colgantes de lo mismo; se plantea el problema de las
dobles hachas, y acto seguido se estudia las plaquetas de piedra, las
nulas, las azuelas votivas, las clavijas con cabeza de piña, los vasos de
piedras varias, tales como caliza, mármol, alabastro. Señala rambién la
presencia de unos objetos curvados sin explicaCión, posible representación
de hoce~. Quedan en fin, todavía de piedra, bolas, y las famosas sanda
lias votivas. El grupo de objetos de adorno lo forman las cuentas de cataita, en oliva o cilíndricas; las de ó!Zabache y los colgantes de lo mismo.
el ámbar, las grandes cuentas de hueso, las grandes cuentas de piedr¡¡,
las cuentas de arcilla, y los colgantes, que pueden ser de piedra, y de
gran tamaño, o de hueso, grandes y pequeños. En sílex tallado hay ala
bardas o grandes puñales; puñales de bases variadas; puñales aplanados.
hoces ovales o arriñonadas de sllex, de una sola pieza, no dientes de ho::,
que sólo aparecerán en etapas posteriores. Por último hay una rica serie
de objetos de hueso, además de los reseñados como piezas de adorno ·
esculturas de animales; peines de dos formas, con el mango decorado o
sin decorar; cajitas, que deben ser pixides o recipientes, bien ll~s o bien
decor¡¡das con un d iseño inciso en forma de red r6mbica; las placas de
hueso decoradas; los !dolos en forma de barra, los c ilindros lisos, sencillos; los ídolos con cabeza y un gran ídolo de hueso; las conocidas falan·
ges, decoradas o sin decorar, agujas, leznas, espátulas planas y clavija,;;
tubos y hasta puñales de hueso.
tu-
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11. U.OBJlEGAT
La cerámica perteneciente a los pisos ll y lll es abundante y rica :m
formas y decoraciohes. Una primera distinción se hace entre cerámie1
lisa y cerámica decorada.
La cerámica lisa presenta une serie de formas que pueden paralelizarse con la que ya fue avanzada en la publicación de las antas de Reguengos de Monsaraz (5). Son cuencos de varias formas, que responden
a los grupos 1 a 4 de Reguengos; vasos esféricos con cuello y borde sa·
liente, correspondientes al grupo 5; vasos de perfil quebrado o bicónicos,
como e l grupo 6; vasos cilíndricos y cónicos con fondo plano, semejan·
res al grupo 7; platos con pie, y platos llanos y platillos, que se enlazan
con el grupo 8. En la cerámica lisa, se encuentran pezones, asas, agarraderos salientes, de varios tipos, tapas, una fusayola. medías lunas de ce·
rámica con un extremo perforado, vasos que permiten ser colyados, vasos con cuello, vasos ultrahemísférlcos.
La cerámica decorada, la distribuye en cuatro grandes apar~ados: la
que se re.laciona con la cerámica neolltic<1 indígena, local; la cerámica
acanalada; la cerámica bruñida o alisada; y la que tiene decoración slm·
bólica o plástica.
Del primer grupo, señala diversas técnicas: los modelos impresos, las
con borde y rayas incisas; y otras decoraciones más bastas, de íncisíone~
verticales, o cruzadas. El segundo grupo es la cerámica acanalada, en la
que se encuentran grandes cuencos y vasos de borde reentrante, con
variantes; otros con bandas de acanalados en raspa dentro de pautas horizontales; otros con bandas en raspa tan sólo; y un tipo finamente puP
do, con decoración de zonas alisadas. De.l tercer grupo no señala ninguna variedad, y lo mismo sucede con el cuarto.
El último piso (Stufe IV) tiene una clara caracterización : la cerámica
de estilo campaniforme. Con ella aparece una serie de adornos de oro:
anillos espiraJes, cuenta; tubu lares, una diadema, pendiente.s, una aguj<~
de cabeza discoidal, y brazaletes. El metal es notablemente rico, tratándose siempre de cobre. De él hay grandes puñales con lengüeta, puña·
litos con lengüeta o rómbicos; puña les con remaches, puntas de flecha
cortas, de forma ancha, leznas y agujas, escorias de cobre; escoplos, una
e~pátula con . argo mango, un plarillo redondo de uso incierto, y adornos
l
varios. Además hay la pieza típica que. acompaña este mundo: el braz"'lete de arquero, de piedra pulida, asi como la otra pieza clásica del complejo campaniforme; el botón de hueso con perforación en V.
(S) G. & V. LEISNER: '' Antas do Concclho de Reguengos de Monsaraz. Matedais
par.~ a Alta Cultura. Lisboa,
1951. Couiróntese p4¡¡. 84, lista de formas cerAtnicas.
para o estudo d.1 cultura megalltJca em Portugal", Instituto
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MEGAUTOS POimiGUilSBS
S
Estas son, de una forma superesquemática, las series de materiale;;
que se hallan en los sepulcros megaliticos del occidente peninsular. Una
primera impresión salta a la mente, cuando se parangona estas listas C0'1
las que se pueden establecer de los sepulcros megalíticos meridionales,
con las cuevas de la costa este, y con los sepulcros megalíticos y cueva>
catalanes, pirenaicos, y del país vasco: la extraordinaria variedw de material, y su riqueza. Sin entrar ni salir en el debatido problema del origen
de los !;epukros megalíticos, que sigue coleando sin visos de solución
próxima, es explicable el espejismo occidental de quienes primeramente
propugnaron un origen portugués, cuando se contempla las impresionan·
tes series de materiales que proporciona la cultura mega,lítica portugue ..
sa. Si a ello se añade los frutos de las excavaciones de lugares de habi·
tación, tales como Vi lanova de S. Pedro, por poner un solo ejemplo representativo, y se les compara con lo que proporcionan sus paredros de
l;¡ zona oriental de la peninsu.la, piénsese por ejemplo en Los Millare:.
con eJ que hay estrechos paralelos en la muralla con cubos de planta en
herradura, se advertirá hasta qué punto la riqueza de la actual área por·
tuguesa durante el calcotftico peninsular es fuera de serie.
Una comparación de las series de objetos de los sepulcros megaliticos occidentales con la que proporciona las cuevas de enterramrento múltiple en el país valenciano, será extraordinariamente sugestiva, y evitará
1Jn más amplio comentario. La serie de materiales de las cuevas valencianas, se publica por primera vez en forma exhaustiva. Una primera tabla de objetos, en la que se atendía a los más significativos, a fin de re·
lacio11arlos con sus semejantes del Neolitico y del Bronce Valen•;iano, fuP.
ya construida por Plá (6). La que voy a presentar acto seguido, es la que
yo mismo compuse, tras un análisis exhaustivo de todo el material asequible, en un trabajo que se publicará en su dia (7) . Señalo los grupos
de material por sus notas más generales, distinguiendo entre objetos de
piedra pulimentada, objetos de piedra tallada, objetos metálico>, cerámi·
cas, objetos de hueso, objetos de concha, objetos de adorno personal y
tocado. Veamos ahora qué variedades se encuentran dentro de cada una
de estas categorias.
De piedra pulimentada hay hachas, de sección circular u oval, azuelas,
de sección rectangular o aplanada, percutores, alisadores de figura oblon·
(6) I!. PLA BALLESTER: "La covacha do Ríbera (Cuncr.o-Vulcncia)", Al'cb.i>'O de
Prchi&orin LeVIIIltina, VII. Valencia, 1958, pllgs. 23 a S4.
(7) E. A. LLOBRI!GAT CON ESA; "La• CUC'ias de entcr¡;amlento EneoJJticas en
d Reino de Valo:ncia", Memoria plltll el grado de Licenciatura, Uruversidad de Valencia,
Facultad de Filosofía y Letras, 1963. Obran de lo misma éjemplan:s mccanogrnlilldos en
la Bibliote<:a del l.abonuorio el<: Arqueologlo de la Fotul!ad de Filosofl~ y Letrus de Valencl2, yvinciul dt< V:tle.ocia.
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.8. I.LOBREGA'r
ga y sección lenticular o biconvexa, brazaletes de piedra rica pulida, una
paleta de esquisto para afeites, y p)acas perforadas, a modo de colgantes. Donde hay una excepcional serie es en las piezas de piedra tallada, comúnmente silex. En primer lugar las puntas de flecha, de las que
hay una amplísima y variada tipo.logía: de base cóncava, de a latas y pe·
dúnculo, foliáceas, romboidales o de base en ángulo, crucifo•·mes o de
muñones. Cuchillas u hoces de sílex tabular; puñales, cuchiilos sobre
hoja, con retoque y sin él; algún sílex geométrico, de tendencia arcai ·
zante; raspadores y raederas. De meta l, que es siempre, exclusivamente
cobre, hay muy pocas piezas que además, a menudo hay que considerar
como de niveles superiores de los enterramientos, en fechas que ya co·
nccen la edad del bronce valenciano. Hay puña les, puntas de lanza o de
dardo, punzones, cinceles y piezas de adorno: pulseras, anillos y pendien·
tes. En cuanto a la cerámica, la información es mínima Los fragmentos
que han aparecido son escasos, y no se ha tenido nunca la oportunidad
de conocer un vaso completo. Genera lmente es lisa y de baja calidad en
cuanto a la pasta y cocción. Se puede llegar a reconstrucciones gráficas
de formas que dan una tipología simple: cuencos hemisféricos e en cas·
quete esférico, vasos globulares, vasos de paredes rectas o cón•cas y cas•
nada más. La decoración es escasa, se reduce a algún punti llac:\o o peinado, unas guirnaldas incisas, y los clásicos pezones. El vaso campanifom,e apenas aparece en estas cuevas, aunque si en otros tip05 de yacimientos, coetáneos o quizá levemente posteriores. De hueso se pueden
establecer tres apartados : e.l de las piezas de uso industrial y doméstico.
en el que destacan los pum:ones de los que el más común es el obtenido
sobre caña de hueso largo biselando un extremo y conservando en el otro
la apófisis que actúa de mango; otros cilíndricos, macizos; ade-nás espátulas, llamadas punzones de sección aplanada comúnmente, y que quizá
sirvieron para ej tocado, aunque por conservar la articulación en un extremo las he mantenido aqul. Otros objetos de adorno serían las agujas.
de sección circular, con cabeza esférica o acanalada, semejantes a los
colgantes acanalados, a modo de tornillos, rectos o curvos. Hay cilindritos
huecos de hueso que debieron ser cuentas. También de hueso hay un tercer apartado: es el de los objetos cúlticos. Hay los íconos de la Gran
Diosa sobre hueso largo, y otros de placa de hueso, recortados en form3
de violín, o de dos triángulos unidos por los vértices. Conchas diminutas
perforadas, empleadas como cuentas de collar, son frecuentes igualmente
valvas de moluscos mayores a las que se perfora e.l natis por frotamien·
to. Y como cuentas se emplean variadisimas piezas, tanto por sus formas
<"Omo por sus materiales. Las hay discoidales, de varios tamaños, cilfn ·
dricas1 en oliva, esférícas, y botones con perforación en V, que .habrá que
poner en relación con el metal y los niveles superiores.
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MEGAUTOS POlmJGUltSU
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Como puede verse, aun a pesar de ser abundantes y variados los ma·
teriales que las cuevas valencianas han proporcionado, no pueden ni con
pos y dases que
mucho compararse con la excepcional matización de t 1
presentan las cuevas portuguesas. Tienen sin embargo un Inte rés de o•
den dtstinto, pero capital a mi juicio, al estudiar este momento cultural
La prehistoria valenciana es, en el estado actual de la Investigación, qu izá una de las partes de la prehistoria hispánica mejor conocidas, y ello
por una serie de razones que pueden resumirse en la continu1dad de la
labor realizada por el S. I.P. desde su fundación, a la que se lla sumado
en los úl timos tiempos las tareas del Laboratorio de Arqueología de la
Universidad, a l que e l Profesor Tarradell ha infundido nueva vida. Fruto
de ello son las dos síntesis que e l Profesor Tarradell ha publtcado en re·
dentes fechas {8) y la inédita sobre la prehistoria de la provincia de Ali cante que Plá Ballester ha conduido recientemente, y a quien debo la
gentileza de haber podido verla en manuscnto. Este conocim:ento pro
fundo y moderno de la prehistoria valentina, permite partir de una base
firme cuando se pone en relación con otros mundos semejantes Por ello
he intentado esta comparación, dado que puede resultar sugerente y es·
clarecedora de problemas, de un momento que a la vista de lodos estó
como capital en las etapas de la prehistoria hispánica.
Con el conocimiento profundo del momento cultural en este extreme>
de la península, me parece oportuno contrastar las conclusiones a qut'
SI' llega en el otro extremo. Partimos de la base de que existe -y esto
me parece tan obvio que puede tomarse como postulado-- un.• esenCial
1dentidad entre todos los fenómenos de enterramiento colectivo de la
peninsula en este momento cultural, postulado que se abona por multi·
tud de hechos; la común idea d~ enterramiento múltiple en un mismo
rE'cinto, bien cueva natural, bien megalito, que imita, en arquitectura.
con su túmulo de cubrición, la idea de cueva; la semejanza de ofrenda; .
aue deben sus diversidades a la mayor o menor riqueza de las poblado·
nes enterradas; la coetaneidad, que ha sido con creces prob3da por el
C14, con las fechas para la Ereta del Pedregal, para los Millares, para
Vilanova y Casal do Zambujal (9). Con este cnterio de base, creo q~;e
St' puede establecer alguna distinción con respecto a la periodiución pro·
puesta por los esposos leisner, en esta su gran obra
(8) M. TARRADI!LL MATEU: "EE Pllls Valmc:iano dd Neolldco a la lbcrizacíón.
Emoyo de síntesis", AnaleJ de la Uní,·ersíd:ld de Valencia, vol. XXXVI, cuno 1962.-63,
a.ac:luao Il, Filotofia 1 Letras. Valencia, 1963.
M. TARRADELL MATEU: ~Preblstori> i Antllllllllf", Primc:no parte de "H.isloria
dd Pllls Va!encii", vol. 1, por M. Tarradcll y M. SaochiJ Gll:lmtt. Barcelona, 196S.
(9) J. MENENDEZ AMOR y F. FLORSCHOTZ: "Resultado dd A.n:llisit Pollnico
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B. LLODREOAT
Al parecer, tal como nos son presentados los cuatro pisos culturales
que establecen, caben dos posibles interpretaciones; que todo el conjunto responda al Calcolítico, con una periodización como la señalada, o que
r•os hallemos ante conjuntos que revelan tres etapas culturales: un neolítico avanzado (el Stufe 1), un calcolítico con dos fases (los Stufen 11 y
111). y un Bronce Inicial (el Stufe IV). Me inclino mucho más por esta
:.cgunda Interpretación, que me parece más acorde con la realidad. El
conocimiento pormenorizado de estas tres etapas en el mundo prehist6
rrco valenciano, y su contraste, que llevo efectuando desde hace bastantí'
tiempo con el resto de los paralelos peninsulare$, apoyan la at;ibución.
El primer piso, puede perfectamente paralelizarse con los materiale~
oue han proporcionado las cuevas neolíticas valencianas, y asinoismo con
las del resto de la costa este y sur peninsular, a grandes trazos. Habría
sin embargo que ver, si este conjunto de piezas responde a una serie de
~epulcros exclusivamente, y sí se encuentra aislado en algún yacimient.:~.
Ante estas estructuras tan perfectamente ordenadas, siempre asalta el
temor de que se trate de creaciones puramente ideales, separando de una
gran masa de materiales las distintas etapas juzgadas por la mera tipo
logia. ES este un reproche que me temo puede hacer~e al estudio que
comento. Con todo habría que realizar --a base de los datos alli propo•
donados-- un estudio de la aparición de estas pieza~. si forman conjunto, y sí se hallan en un determinado tipo de sepulcros. Sí tal, ver en
una tabla evolutiva de formas dónde cabria situar éstos, supuesto que
tenga una validez -lo que fundadamente dudo-- el establecer tabla>
evolutivas de plantas de sepulcros megalíticos. Sólo entonces podría acep ·
tarse la realidad de este piso teórico, que por lo demás, en cuanto a la
tipología de sus materiales, encaja bien en el esquema cultural del neo·
litíco.
Los pisos segundo y tercero, forman, como lo muestra el estudio con
funto de su cerámica, una unidad. Responderían a un Calcolítico pleno,
clásico. ¿Qué decir de esta periodización? El momento se halla por hov
verdaderamente obscuro. De todos los lugares de habitación de esta edad.
de una serie de mucmu de turba reoocidu en la lirets del Pedupl (Navarrés, Valmda)",
Archivo de PrehistoriA Levantina, IX. Valencia, 1961, pjg. 97.
ll. PLA BALLJ!STSR: "Algunos datos para la aonolot~la obiiOiuta de la Prehistoria
valenciana", en Acus del IX Coo¡¡reao Nacional de Arqueolo¡ia {V.Uadolid, 1965), en
prensa.
M. ALMAGRO BASCH: "La primera fecha absoluta para lo cultura de los MUlAres
a base dcl Carbono 14", Ampw:ias, XXI. Barcelona, 1959, 1)42. 249.
V. LEISNER y O. DA VBI.GA FBRREIRA: "Primeins daw de ridioearbor>o 14
pn 1 cultura mepllt.ia ponuguesa", Rcvi,.. de Guimones, LXXIIl. Guimaroes, 1963.
pi¡ina 358.
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MEGALITOS PORTUGUBSES
9
del único que se ha publicado hasta el momento una estratigrafía algo
detallada, aunque sumarla, es del poblado de la Ereta del Pedregal ( 10).
Esperamos todavía la publicación de los sondeos de Almizaraque, que pa ·
rece darán abundante luz sobre este problema, conocer ampliamente los
estratos inferiores de las excavaciones de Galera; detalles de !os dos ni·
veles de Vilanova de S. Pedro, y de los otros yacimientos portugueses si
milares en curso de excavación. Es lástima que los Millares, que disfru·
tan de una amplia publicación ( 11), no sirvan a este propósito. faltos de
una exploración amplia del lugar de habitación y de un estudio de 1::~
"stratigrafia sí existe. Por ello, mientras todo esto no se conozca a fondo
es en vano que se intente periodizar esta etapa. A titulo de hipótesis de
trabajo, quizá sea útil aceptar la división propugnada, que corre3ponderia
a un Calcolitico 1 y un Calcolitico 11.
Sensiblemente más claro nos aparece el cuarto piso. El r.:>nacer de
tos estudios sobre e l vaso campaniforme en los últimos tiempos, ha trai ·
do a la luz su problemática de nuevo. No es fáci l sintetizarla, ni es este
el lugar, tanto más cuanto que todavía nos hallamos en un momento de
análisis de hal lazgos, y de conocimiento de nuevos. Con todo, la revisión
de fechas y su bajada hasta un momento inmediatamente anterior a lo1
floración de la gran cultura metalúrgica de El Argar, resultan muy inte·
resantes. No creo, sin embargo, que pueda hablarse de un momento ero
nológico intermedio, entre e l Calcolítico Final y e l Bronce Pleno -un
momento que hubiera sido tentador denominar Bronca Inicial, pues lo
es de hecho, y no como todavía es sustentado por algunos notables auto·
res dar este nombre al Eneolítico o Calcolitico--, antes bien hay que
pensar que el vaso campaniforme, y el típico ajuar que comporta : los pu·
ña les de lengüeta, los brazaletes de arquero, los botones de hueso co,.,
perforación en V, es un material intrusivo, superpuesto, que danza por
la peninsula en el ocaso del Calcolitico y en los albores del Bronce pleno. En unas zonas llega antes, éste quizá sea el caso del mundo occidental que reflejan estos megalitos, en otros llega más tarde, como sucede
er el País Valenciano, donde Pla ha demostrado que el brazaiP.te de ar quero, y el complejo que le acompaña corresponden ya al Bronre Valen·
(10) D. FLETCHE.R VALLS: "L~ Breta del Pcdregnl (Navo.rr~s, Valcnc:ía)", Archlvo de Prehistoria Levantina, IX Valencia, 1961, pás. 79.
D. FLETCBER VALLS, l!. PLA BALLESTER y E. LLOBREGAT CONESA:
"La l!retn dcl Peclrepl (Navan-és-Valendo)", Bxcavnciones Arqueológicas en E.opaful, nú·
mero 42. Madrid, 1964.
(11) M. ALMAGRO BASCH y A. AR.IUBAS PALA U: "EE poblado y la necrópolis
megallticos de Los M!Uates (Sli!Utl Fe de Mondújar, Almería)", Bibliotheca Praehistorica
Fllspana, vol. lli. Mncltid, 1963.
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10
coano, paralelo cronológocamente de la etapa argaroca del sudeste ( 12)
Es un problema que queda algo en el aore moentras no se dispor.ga de lo;
e~tudios más arriba señalados
En suma, y centrando los problemas planteados por esta ornportantP
periodización propugnada responde a la realidad, y si nos resulta válida,
en términos generales, para estructurar un tanto este momento cultural
en la península. En principio aparece la duda ya expresada d~ que no>
hallemos ante una periodización hecha desde unas bases tipológicas es
trictamente, sin fundame-tto en datos reales, en asociaciones de material ampliamente repetidas. Los cuatros pisos resultan excesivamente acabados, estructurados, perfectos, para que reflejen la realidad de un acontecer que cada nueva excavación nos muestra consoderablemente más
complejo y matizado. Tenemos una esquematizaci6n cultur.:~l excesiv.:1
Y esta misma claridad y notidez del esquema, lo hacen notablemente peligroso. Hay incluso detalles, como es la serie tipológoca de las puntas de
flecha, que no resisten la comparación con series conveniente...,ente estratificadas ( 13). Con todo, pequeñas cuestiones como ésta, no empequeñecen la grandeza del conjunto, considerable por su magnitud y por
la labor realizada. Y hasta que se disponga de estratigrafías gao antes, no
cabe la menor duda que la estructuración tipológica propugnada por los
Leisner nos es válida con miras a estudios semejantes de esta etapa en el
suelo hispánico ( 14)
(U) PLA BALLBSTER, ob. c:it., nota 6.
E. PLA BALLBSTER: "Loo llamodos brualeus de arquero y d Encalllko \":Licnciano", Crónk:a del vru Con¡rno Nacional d< Arqut:ologiJ (Scvilla-Mtlap, 1963), Zaao¡;oxa, 1964, 1'4- 216.
(13) Corxopar.lci6n que •porc:ccri en pr6oimas publiac:ion._ de los motuiales del pobl•do de la Ettta del Pedrc¡:ll, que cuenta con dos niveles encollr~ puros 7 uno de
mnsic:ión al lmmce pleno.
(14) No acostumbrando esta revista a dar rescñu bibliogrific:ls, en la presente ocasión,
y dl\do el Jnt...& excepcional que enc:iuna b obra de los Leimer, hunoa conoiderodo o¡-ortuoo dar en forma de articulo la prcsel'Olc rceemi6n. (N. de b O.)
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ENRIQUE A. LLOBREGAT
(Valencia)
Estudio de los megalitos portugueses por los
Leisner, y las cuevas de enterramiento
múltiple del país valenciano
El pasado año 1965, ha visto, con la aparición del tercer volumen de
la gran obra de los esposos Leisner sobre los sepulcros megaltticos del
occidente de la península ibérica ( 1). que complementa aquella primera
parte aparecida en los años cuarentas, que se ocupaba de los mismos en
el sur peninsular (2). y que ya mereció abundantes reseñas en su día, el
.Jcabamiento de un estudio trascendental en la bibliografía arqueológica
ibérica. Su importancia y su interés no ha lugar ponderarlos, toda vez
que cualquiera que se haya asomado ligeramente a aquellos densos volú·
menes, habrá podido comprobar la abundancia de datos y la cantidad de
documentación que proporcionan.
Es quizá precisamente porque el país valenciano no registra I.J preser>·
cía de sepulcros megallticos y representa un área con una facies muy
¡::articular dentro del gran complejo de tos enterramientos colectivos del
Calcolitíco peninsular, por lo que un análisis algo pormenonzado de estt'
estudto tiene un singular interés para el mejor conocimiento de esta eta
pa cu ltural, ya que nos permite hacer una serie de comparaciones con el
(1) G. & V. LBISNBR: "Die Mq¡alithgrllbcr der lbcritdlcn Halbinsd. Der W«ten".
Madridcr Foi'$Chun¡en, 1, 1, 19S6; 1, Z, 1959; 1, 3, Tcxt & 1, 3, Ta!
De: Südcn", R!Smbcb-Germ.mitdle Forschunacn, 17. BcrUn, 1943.
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2
espectro de la cultura material de las cuevas de enterramoento múltiple
que les son paralelas -;:ultural y cronológicamente- en el área valenciana. Veamos en primer lugar la estructura de la cultura •negalítica
de l occidente de la penlnsula según la obra de los Leisner, tal como nos
es presentada en este último tomo (debido tan sólo a Vera leis.,er, pues
su esposo falleció tiempo ha, como es sabido).
En primer lugar, distingue cuatro tipos de sepulcros, de los que, M
rogor, sólo dos puede decirse que sean megalíticos (3), los tholol y las
tumbas megalíticas propiamente dichas, que corresponden a los grupo'>
111 y IV. Los grupos 1 y 11 los constituyen las cuevas costeras, y las cua·
vas artificiales con cúpula perfor.Jda. Con ello encontramos ya un primer
punto de contacto, ya que las cuevas costeras responden ese:-tcialmente
al esquema de distribución interna y a la idea cúltica de las cuevas de
e:-tterramiento múltople valencianas. Parejas a ellas van las cuevas artífi ·
ciales, de las que se ha querodo señalar un caso en Valencia en las sin·
tesis que circulan (4), pero sin fundamento real, pues se trata de
una cueva natural como el resto de sus compañeras de este árec"l
Tras el comentario de estos cuatro tipos y el inventario de los yacimoentos que pertenecen a cada uno de ellos, comienza el aná lisis de lo;
materiales hallados. Con ellos los Leisner han formado cuatro pisos o
estratos teóricos, que agrupan las piezas en cuatro etapas cronológicas
sucesivas.
El primero de estos pisos (1 Stufe) tiene un espectro cultural consti
tuido por los siguoentes materiales: De piedra puloda, hay diversos in.;trumentos de minería, y las tumbas más viejas dan hachas cilíndricas y
azadas planas o azuelas. También hay gubias cilíndricas de filo cóncavo,
y hachas y cinceles de sección cuadrangular. En piedra tallada tenemo:;
trapecios, de tradición microUtica, con base cóncava o con mue~cas en la
base. Hay cuchillos, núcleos y puntas de flecha de cristal de roca tn
cuanto a los objetos de adorno, señalan la presencia de los m1~mos, h~
chos de dientes, o tambl~n de concha, con la que se fabricaron brazale~es, colgantes, botones y cuentas de collar. La cerámic.1 se clasifica sol<'mente como «cerámica neolítica»
(3) ,....unque si aeq>tamcl$ L'l su¡uc:ocla de Tanadcll ("En tomo 1 11 arqwtcctura megalítica: Algunos problemas previos", en ArquitectUra m
de C:U<''U del lCVllnte peninrulu, desde Cataluila a Murci2, cultura mepJJtica, drspro\utt' d t&mino de $U IÍ81lificad6n ct.imoló¡pca y convenido en pura
ns (Murci3)", Ampuriu, XXI Barcd0111, 1959. pig. 189.
B. BERDICHEWSKY SCHER: u Los cntettamicnros en CUCV1ll a.nitieúles del Bron·
ce 1 Bispinko", Bibliotcxa Praehiltorica Hispana, vol. Vl. Mladrid, 1964.
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MEGALITOS P01l'TUG11&S&S
3
El prototipo que presentan para el segundo estrato teórico (11 Stuf~).
Que con el tercero parecen ser el momento clásico de la cultura megalí
tica, es la cámara oeste del sepulcro de la Praia das Mac;ás, que:: dio ca
bczas de agujas de hueso, placas de pizarra con decoración puramente
geométrica, puntas de flecha de base triangular, cuentas discoidales di
minutas y hojas de si.l ex sin retoque.
En términos generales, los materiales de este periodo son .:abezas de
agujas torneadas, de hueso; cuentas discoidales diminutas; puntas de lle
cha de base triangular o apuntada, alabardas; puñales con muescas y
lengüeta, hojas sin retoque; ídolos planos de hueso, y placas de p1zarr¡¡
con decoración puramente geométrica, con representaciones del dobiP
si"Tibolo (el par de ojos, o pechos), con la cabeza recortada, o cayados
El tercer piso (111 Stufe) es mucho más rico y complicado en canti
estudia separadamente, y la reseñaré después. De los demás materiales
! e distinguen varios grupos. el de los objetos de caliza e ídolos, en el
que señala la presencia d') cilindros, decorados o sin decorar, que apa
recen en los tholoi, en las cuevas artificiales, en los sepulcros megalltl c;os, en las cuevas naturales y en los castros. Junto a ellos están los semicilíndricos, decorados o s1n decorar; las manos de mortero; las placas d (!
piedra y los grandes colgantes de lo mismo; se plantea el problema de las
dobles hachas, y acto seguido se estudia las plaquetas de piedra, las
nulas, las azuelas votivas, las clavijas con cabeza de piña, los vasos de
piedras varias, tales como caliza, mármol, alabastro. Señala rambién la
presencia de unos objetos curvados sin explicaCión, posible representación
de hoce~. Quedan en fin, todavía de piedra, bolas, y las famosas sanda
lias votivas. El grupo de objetos de adorno lo forman las cuentas de cataita, en oliva o cilíndricas; las de ó!Zabache y los colgantes de lo mismo.
el ámbar, las grandes cuentas de hueso, las grandes cuentas de piedr¡¡,
las cuentas de arcilla, y los colgantes, que pueden ser de piedra, y de
gran tamaño, o de hueso, grandes y pequeños. En sílex tallado hay ala
bardas o grandes puñales; puñales de bases variadas; puñales aplanados.
hoces ovales o arriñonadas de sllex, de una sola pieza, no dientes de ho::,
que sólo aparecerán en etapas posteriores. Por último hay una rica serie
de objetos de hueso, además de los reseñados como piezas de adorno ·
esculturas de animales; peines de dos formas, con el mango decorado o
sin decorar; cajitas, que deben ser pixides o recipientes, bien ll~s o bien
decor¡¡das con un d iseño inciso en forma de red r6mbica; las placas de
hueso decoradas; los !dolos en forma de barra, los c ilindros lisos, sencillos; los ídolos con cabeza y un gran ídolo de hueso; las conocidas falan·
ges, decoradas o sin decorar, agujas, leznas, espátulas planas y clavija,;;
tubos y hasta puñales de hueso.
tu-
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4
11. U.OBJlEGAT
La cerámica perteneciente a los pisos ll y lll es abundante y rica :m
formas y decoraciohes. Una primera distinción se hace entre cerámie1
lisa y cerámica decorada.
La cerámica lisa presenta une serie de formas que pueden paralelizarse con la que ya fue avanzada en la publicación de las antas de Reguengos de Monsaraz (5). Son cuencos de varias formas, que responden
a los grupos 1 a 4 de Reguengos; vasos esféricos con cuello y borde sa·
liente, correspondientes al grupo 5; vasos de perfil quebrado o bicónicos,
como e l grupo 6; vasos cilíndricos y cónicos con fondo plano, semejan·
res al grupo 7; platos con pie, y platos llanos y platillos, que se enlazan
con el grupo 8. En la cerámica lisa, se encuentran pezones, asas, agarraderos salientes, de varios tipos, tapas, una fusayola. medías lunas de ce·
rámica con un extremo perforado, vasos que permiten ser colyados, vasos con cuello, vasos ultrahemísférlcos.
La cerámica decorada, la distribuye en cuatro grandes apar~ados: la
que se re.laciona con la cerámica neolltic<1 indígena, local; la cerámica
acanalada; la cerámica bruñida o alisada; y la que tiene decoración slm·
bólica o plástica.
Del primer grupo, señala diversas técnicas: los modelos impresos, las
con borde y rayas incisas; y otras decoraciones más bastas, de íncisíone~
verticales, o cruzadas. El segundo grupo es la cerámica acanalada, en la
que se encuentran grandes cuencos y vasos de borde reentrante, con
variantes; otros con bandas de acanalados en raspa dentro de pautas horizontales; otros con bandas en raspa tan sólo; y un tipo finamente puP
do, con decoración de zonas alisadas. De.l tercer grupo no señala ninguna variedad, y lo mismo sucede con el cuarto.
El último piso (Stufe IV) tiene una clara caracterización : la cerámica
de estilo campaniforme. Con ella aparece una serie de adornos de oro:
anillos espiraJes, cuenta; tubu lares, una diadema, pendiente.s, una aguj<~
de cabeza discoidal, y brazaletes. El metal es notablemente rico, tratándose siempre de cobre. De él hay grandes puñales con lengüeta, puña·
litos con lengüeta o rómbicos; puña les con remaches, puntas de flecha
cortas, de forma ancha, leznas y agujas, escorias de cobre; escoplos, una
e~pátula con . argo mango, un plarillo redondo de uso incierto, y adornos
l
varios. Además hay la pieza típica que. acompaña este mundo: el braz"'lete de arquero, de piedra pulida, asi como la otra pieza clásica del complejo campaniforme; el botón de hueso con perforación en V.
(S) G. & V. LEISNER: '' Antas do Concclho de Reguengos de Monsaraz. Matedais
par.~ a Alta Cultura. Lisboa,
1951. Couiróntese p4¡¡. 84, lista de formas cerAtnicas.
para o estudo d.1 cultura megalltJca em Portugal", Instituto
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MEGAUTOS POimiGUilSBS
S
Estas son, de una forma superesquemática, las series de materiale;;
que se hallan en los sepulcros megaliticos del occidente peninsular. Una
primera impresión salta a la mente, cuando se parangona estas listas C0'1
las que se pueden establecer de los sepulcros megalíticos meridionales,
con las cuevas de la costa este, y con los sepulcros megalíticos y cueva>
catalanes, pirenaicos, y del país vasco: la extraordinaria variedw de material, y su riqueza. Sin entrar ni salir en el debatido problema del origen
de los !;epukros megalíticos, que sigue coleando sin visos de solución
próxima, es explicable el espejismo occidental de quienes primeramente
propugnaron un origen portugués, cuando se contempla las impresionan·
tes series de materiales que proporciona la cultura mega,lítica portugue ..
sa. Si a ello se añade los frutos de las excavaciones de lugares de habi·
tación, tales como Vi lanova de S. Pedro, por poner un solo ejemplo representativo, y se les compara con lo que proporcionan sus paredros de
l;¡ zona oriental de la peninsu.la, piénsese por ejemplo en Los Millare:.
con eJ que hay estrechos paralelos en la muralla con cubos de planta en
herradura, se advertirá hasta qué punto la riqueza de la actual área por·
tuguesa durante el calcotftico peninsular es fuera de serie.
Una comparación de las series de objetos de los sepulcros megaliticos occidentales con la que proporciona las cuevas de enterramrento múltiple en el país valenciano, será extraordinariamente sugestiva, y evitará
1Jn más amplio comentario. La serie de materiales de las cuevas valencianas, se publica por primera vez en forma exhaustiva. Una primera tabla de objetos, en la que se atendía a los más significativos, a fin de re·
lacio11arlos con sus semejantes del Neolitico y del Bronce Valen•;iano, fuP.
ya construida por Plá (6). La que voy a presentar acto seguido, es la que
yo mismo compuse, tras un análisis exhaustivo de todo el material asequible, en un trabajo que se publicará en su dia (7) . Señalo los grupos
de material por sus notas más generales, distinguiendo entre objetos de
piedra pulimentada, objetos de piedra tallada, objetos metálico>, cerámi·
cas, objetos de hueso, objetos de concha, objetos de adorno personal y
tocado. Veamos ahora qué variedades se encuentran dentro de cada una
de estas categorias.
De piedra pulimentada hay hachas, de sección circular u oval, azuelas,
de sección rectangular o aplanada, percutores, alisadores de figura oblon·
(6) I!. PLA BALLESTER: "La covacha do Ríbera (Cuncr.o-Vulcncia)", Al'cb.i>'O de
Prchi&orin LeVIIIltina, VII. Valencia, 1958, pllgs. 23 a S4.
(7) E. A. LLOBRI!GAT CON ESA; "La• CUC'ias de entcr¡;amlento EneoJJticas en
d Reino de Valo:ncia", Memoria plltll el grado de Licenciatura, Uruversidad de Valencia,
Facultad de Filosofía y Letras, 1963. Obran de lo misma éjemplan:s mccanogrnlilldos en
la Bibliote<:a del l.abonuorio el<: Arqueologlo de la Fotul!ad de Filosofl~ y Letrus de Valencl2, y
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6
.8. I.LOBREGA'r
ga y sección lenticular o biconvexa, brazaletes de piedra rica pulida, una
paleta de esquisto para afeites, y p)acas perforadas, a modo de colgantes. Donde hay una excepcional serie es en las piezas de piedra tallada, comúnmente silex. En primer lugar las puntas de flecha, de las que
hay una amplísima y variada tipo.logía: de base cóncava, de a latas y pe·
dúnculo, foliáceas, romboidales o de base en ángulo, crucifo•·mes o de
muñones. Cuchillas u hoces de sílex tabular; puñales, cuchiilos sobre
hoja, con retoque y sin él; algún sílex geométrico, de tendencia arcai ·
zante; raspadores y raederas. De meta l, que es siempre, exclusivamente
cobre, hay muy pocas piezas que además, a menudo hay que considerar
como de niveles superiores de los enterramientos, en fechas que ya co·
nccen la edad del bronce valenciano. Hay puña les, puntas de lanza o de
dardo, punzones, cinceles y piezas de adorno: pulseras, anillos y pendien·
tes. En cuanto a la cerámica, la información es mínima Los fragmentos
que han aparecido son escasos, y no se ha tenido nunca la oportunidad
de conocer un vaso completo. Genera lmente es lisa y de baja calidad en
cuanto a la pasta y cocción. Se puede llegar a reconstrucciones gráficas
de formas que dan una tipología simple: cuencos hemisféricos e en cas·
quete esférico, vasos globulares, vasos de paredes rectas o cón•cas y cas•
nada más. La decoración es escasa, se reduce a algún punti llac:\o o peinado, unas guirnaldas incisas, y los clásicos pezones. El vaso campanifom,e apenas aparece en estas cuevas, aunque si en otros tip05 de yacimientos, coetáneos o quizá levemente posteriores. De hueso se pueden
establecer tres apartados : e.l de las piezas de uso industrial y doméstico.
en el que destacan los pum:ones de los que el más común es el obtenido
sobre caña de hueso largo biselando un extremo y conservando en el otro
la apófisis que actúa de mango; otros cilíndricos, macizos; ade-nás espátulas, llamadas punzones de sección aplanada comúnmente, y que quizá
sirvieron para ej tocado, aunque por conservar la articulación en un extremo las he mantenido aqul. Otros objetos de adorno serían las agujas.
de sección circular, con cabeza esférica o acanalada, semejantes a los
colgantes acanalados, a modo de tornillos, rectos o curvos. Hay cilindritos
huecos de hueso que debieron ser cuentas. También de hueso hay un tercer apartado: es el de los objetos cúlticos. Hay los íconos de la Gran
Diosa sobre hueso largo, y otros de placa de hueso, recortados en form3
de violín, o de dos triángulos unidos por los vértices. Conchas diminutas
perforadas, empleadas como cuentas de collar, son frecuentes igualmente
valvas de moluscos mayores a las que se perfora e.l natis por frotamien·
to. Y como cuentas se emplean variadisimas piezas, tanto por sus formas
<"Omo por sus materiales. Las hay discoidales, de varios tamaños, cilfn ·
dricas1 en oliva, esférícas, y botones con perforación en V, que .habrá que
poner en relación con el metal y los niveles superiores.
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MEGAUTOS POlmJGUltSU
7
Como puede verse, aun a pesar de ser abundantes y variados los ma·
teriales que las cuevas valencianas han proporcionado, no pueden ni con
pos y dases que
mucho compararse con la excepcional matización de t 1
presentan las cuevas portuguesas. Tienen sin embargo un Inte rés de o•
den dtstinto, pero capital a mi juicio, al estudiar este momento cultural
La prehistoria valenciana es, en el estado actual de la Investigación, qu izá una de las partes de la prehistoria hispánica mejor conocidas, y ello
por una serie de razones que pueden resumirse en la continu1dad de la
labor realizada por el S. I.P. desde su fundación, a la que se lla sumado
en los úl timos tiempos las tareas del Laboratorio de Arqueología de la
Universidad, a l que e l Profesor Tarradell ha infundido nueva vida. Fruto
de ello son las dos síntesis que e l Profesor Tarradell ha publtcado en re·
dentes fechas {8) y la inédita sobre la prehistoria de la provincia de Ali cante que Plá Ballester ha conduido recientemente, y a quien debo la
gentileza de haber podido verla en manuscnto. Este conocim:ento pro
fundo y moderno de la prehistoria valentina, permite partir de una base
firme cuando se pone en relación con otros mundos semejantes Por ello
he intentado esta comparación, dado que puede resultar sugerente y es·
clarecedora de problemas, de un momento que a la vista de lodos estó
como capital en las etapas de la prehistoria hispánica.
Con el conocimiento profundo del momento cultural en este extreme>
de la península, me parece oportuno contrastar las conclusiones a qut'
SI' llega en el otro extremo. Partimos de la base de que existe -y esto
me parece tan obvio que puede tomarse como postulado-- un.• esenCial
1dentidad entre todos los fenómenos de enterramiento colectivo de la
peninsula en este momento cultural, postulado que se abona por multi·
tud de hechos; la común idea d~ enterramiento múltiple en un mismo
rE'cinto, bien cueva natural, bien megalito, que imita, en arquitectura.
con su túmulo de cubrición, la idea de cueva; la semejanza de ofrenda; .
aue deben sus diversidades a la mayor o menor riqueza de las poblado·
nes enterradas; la coetaneidad, que ha sido con creces prob3da por el
C14, con las fechas para la Ereta del Pedregal, para los Millares, para
Vilanova y Casal do Zambujal (9). Con este cnterio de base, creo q~;e
St' puede establecer alguna distinción con respecto a la periodiución pro·
puesta por los esposos leisner, en esta su gran obra
(8) M. TARRADI!LL MATEU: "EE Pllls Valmc:iano dd Neolldco a la lbcrizacíón.
Emoyo de síntesis", AnaleJ de la Uní,·ersíd:ld de Valencia, vol. XXXVI, cuno 1962.-63,
a.ac:luao Il, Filotofia 1 Letras. Valencia, 1963.
M. TARRADELL MATEU: ~Preblstori> i Antllllllllf", Primc:no parte de "H.isloria
dd Pllls Va!encii", vol. 1, por M. Tarradcll y M. SaochiJ Gll:lmtt. Barcelona, 196S.
(9) J. MENENDEZ AMOR y F. FLORSCHOTZ: "Resultado dd A.n:llisit Pollnico
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8
B. LLODREOAT
Al parecer, tal como nos son presentados los cuatro pisos culturales
que establecen, caben dos posibles interpretaciones; que todo el conjunto responda al Calcolítico, con una periodización como la señalada, o que
r•os hallemos ante conjuntos que revelan tres etapas culturales: un neolítico avanzado (el Stufe 1), un calcolítico con dos fases (los Stufen 11 y
111). y un Bronce Inicial (el Stufe IV). Me inclino mucho más por esta
:.cgunda Interpretación, que me parece más acorde con la realidad. El
conocimiento pormenorizado de estas tres etapas en el mundo prehist6
rrco valenciano, y su contraste, que llevo efectuando desde hace bastantí'
tiempo con el resto de los paralelos peninsulare$, apoyan la at;ibución.
El primer piso, puede perfectamente paralelizarse con los materiale~
oue han proporcionado las cuevas neolíticas valencianas, y asinoismo con
las del resto de la costa este y sur peninsular, a grandes trazos. Habría
sin embargo que ver, si este conjunto de piezas responde a una serie de
~epulcros exclusivamente, y sí se encuentra aislado en algún yacimient.:~.
Ante estas estructuras tan perfectamente ordenadas, siempre asalta el
temor de que se trate de creaciones puramente ideales, separando de una
gran masa de materiales las distintas etapas juzgadas por la mera tipo
logia. ES este un reproche que me temo puede hacer~e al estudio que
comento. Con todo habría que realizar --a base de los datos alli propo•
donados-- un estudio de la aparición de estas pieza~. si forman conjunto, y sí se hallan en un determinado tipo de sepulcros. Sí tal, ver en
una tabla evolutiva de formas dónde cabria situar éstos, supuesto que
tenga una validez -lo que fundadamente dudo-- el establecer tabla>
evolutivas de plantas de sepulcros megalíticos. Sólo entonces podría acep ·
tarse la realidad de este piso teórico, que por lo demás, en cuanto a la
tipología de sus materiales, encaja bien en el esquema cultural del neo·
litíco.
Los pisos segundo y tercero, forman, como lo muestra el estudio con
funto de su cerámica, una unidad. Responderían a un Calcolítico pleno,
clásico. ¿Qué decir de esta periodización? El momento se halla por hov
verdaderamente obscuro. De todos los lugares de habitación de esta edad.
de una serie de mucmu de turba reoocidu en la lirets del Pedupl (Navarrés, Valmda)",
Archivo de PrehistoriA Levantina, IX. Valencia, 1961, pjg. 97.
ll. PLA BALLJ!STSR: "Algunos datos para la aonolot~la obiiOiuta de la Prehistoria
valenciana", en Acus del IX Coo¡¡reao Nacional de Arqueolo¡ia {V.Uadolid, 1965), en
prensa.
M. ALMAGRO BASCH: "La primera fecha absoluta para lo cultura de los MUlAres
a base dcl Carbono 14", Ampw:ias, XXI. Barcelona, 1959, 1)42. 249.
V. LEISNER y O. DA VBI.GA FBRREIRA: "Primeins daw de ridioearbor>o 14
pn 1 cultura mepllt.ia ponuguesa", Rcvi,.. de Guimones, LXXIIl. Guimaroes, 1963.
pi¡ina 358.
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MEGALITOS PORTUGUBSES
9
del único que se ha publicado hasta el momento una estratigrafía algo
detallada, aunque sumarla, es del poblado de la Ereta del Pedregal ( 10).
Esperamos todavía la publicación de los sondeos de Almizaraque, que pa ·
rece darán abundante luz sobre este problema, conocer ampliamente los
estratos inferiores de las excavaciones de Galera; detalles de !os dos ni·
veles de Vilanova de S. Pedro, y de los otros yacimientos portugueses si
milares en curso de excavación. Es lástima que los Millares, que disfru·
tan de una amplia publicación ( 11), no sirvan a este propósito. faltos de
una exploración amplia del lugar de habitación y de un estudio de 1::~
"stratigrafia sí existe. Por ello, mientras todo esto no se conozca a fondo
es en vano que se intente periodizar esta etapa. A titulo de hipótesis de
trabajo, quizá sea útil aceptar la división propugnada, que corre3ponderia
a un Calcolitico 1 y un Calcolitico 11.
Sensiblemente más claro nos aparece el cuarto piso. El r.:>nacer de
tos estudios sobre e l vaso campaniforme en los últimos tiempos, ha trai ·
do a la luz su problemática de nuevo. No es fáci l sintetizarla, ni es este
el lugar, tanto más cuanto que todavía nos hallamos en un momento de
análisis de hal lazgos, y de conocimiento de nuevos. Con todo, la revisión
de fechas y su bajada hasta un momento inmediatamente anterior a lo1
floración de la gran cultura metalúrgica de El Argar, resultan muy inte·
resantes. No creo, sin embargo, que pueda hablarse de un momento ero
nológico intermedio, entre e l Calcolítico Final y e l Bronce Pleno -un
momento que hubiera sido tentador denominar Bronca Inicial, pues lo
es de hecho, y no como todavía es sustentado por algunos notables auto·
res dar este nombre al Eneolítico o Calcolitico--, antes bien hay que
pensar que el vaso campaniforme, y el típico ajuar que comporta : los pu·
ña les de lengüeta, los brazaletes de arquero, los botones de hueso co,.,
perforación en V, es un material intrusivo, superpuesto, que danza por
la peninsula en el ocaso del Calcolitico y en los albores del Bronce pleno. En unas zonas llega antes, éste quizá sea el caso del mundo occidental que reflejan estos megalitos, en otros llega más tarde, como sucede
er el País Valenciano, donde Pla ha demostrado que el brazaiP.te de ar quero, y el complejo que le acompaña corresponden ya al Bronre Valen·
(10) D. FLETCHE.R VALLS: "L~ Breta del Pcdregnl (Navo.rr~s, Valcnc:ía)", Archlvo de Prehistoria Levantina, IX Valencia, 1961, pás. 79.
D. FLETCBER VALLS, l!. PLA BALLESTER y E. LLOBREGAT CONESA:
"La l!retn dcl Peclrepl (Navan-és-Valendo)", Bxcavnciones Arqueológicas en E.opaful, nú·
mero 42. Madrid, 1964.
(11) M. ALMAGRO BASCH y A. AR.IUBAS PALA U: "EE poblado y la necrópolis
megallticos de Los M!Uates (Sli!Utl Fe de Mondújar, Almería)", Bibliotheca Praehistorica
Fllspana, vol. lli. Mncltid, 1963.
-
12
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10
coano, paralelo cronológocamente de la etapa argaroca del sudeste ( 12)
Es un problema que queda algo en el aore moentras no se dispor.ga de lo;
e~tudios más arriba señalados
En suma, y centrando los problemas planteados por esta ornportantP
en términos generales, para estructurar un tanto este momento cultural
en la península. En principio aparece la duda ya expresada d~ que no>
hallemos ante una periodización hecha desde unas bases tipológicas es
trictamente, sin fundame-tto en datos reales, en asociaciones de material ampliamente repetidas. Los cuatros pisos resultan excesivamente acabados, estructurados, perfectos, para que reflejen la realidad de un acontecer que cada nueva excavación nos muestra consoderablemente más
complejo y matizado. Tenemos una esquematizaci6n cultur.:~l excesiv.:1
Y esta misma claridad y notidez del esquema, lo hacen notablemente peligroso. Hay incluso detalles, como es la serie tipológoca de las puntas de
flecha, que no resisten la comparación con series conveniente...,ente estratificadas ( 13). Con todo, pequeñas cuestiones como ésta, no empequeñecen la grandeza del conjunto, considerable por su magnitud y por
la labor realizada. Y hasta que se disponga de estratigrafías gao antes, no
cabe la menor duda que la estructuración tipológica propugnada por los
Leisner nos es válida con miras a estudios semejantes de esta etapa en el
suelo hispánico ( 14)
(U) PLA BALLBSTER, ob. c:it., nota 6.
E. PLA BALLBSTER: "Loo llamodos brualeus de arquero y d Encalllko \":Licnciano", Crónk:a del vru Con¡rno Nacional d< Arqut:ologiJ (Scvilla-Mtlap, 1963), Zaao¡;oxa, 1964, 1'4- 216.
(13) Corxopar.lci6n que •porc:ccri en pr6oimas publiac:ion._ de los motuiales del pobl•do de la Ettta del Pedrc¡:ll, que cuenta con dos niveles encollr~ puros 7 uno de
mnsic:ión al lmmce pleno.
(14) No acostumbrando esta revista a dar rescñu bibliogrific:ls, en la presente ocasión,
y dl\do el Jnt...& excepcional que enc:iuna b obra de los Leimer, hunoa conoiderodo o¡-ortuoo dar en forma de articulo la prcsel'Olc rceemi6n. (N. de b O.)
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